
Desde muy pequeños, debemos educar a los niños en esta disciplina y en el estudio. En Primaria, los alumnos pueden ir más o menos bien, pero luego en Secundaria, sufren la mayoría. Y no me refiero a que suspendan, sino que empiezan a sufrir y a luchar por intentar sacar los estudios de cualquier forma, cuando esto se debe aprender y educar desde el principio y, además, desde casa. Y digo desde casa, porque ésta no es responsabilidad del colegio. El profesorado ya sabe de memoria cómo hay que estudiar y lo explican en las clases todos los años, pero luego hay que ponerlo en práctica con el apoyo y la guía de la familia.
Regularidad y disciplina en el estudio de los niños
Cuando se llega a casa por las tardes, hay tiempo para
merendar, para hablar de cómo ha ido el colegio, con los amigos, con los
profesores, para comentar las anécdotas nuevas... y a las seis de la tarde nos
ponemos a trabajar. Para esto no hay discusión. Todos tenemos responsabilidades
y debemos cumplir con ellas. Si al principio cuesta, se puede poner un sistema
de premios por acuerdos conseguidos. Se debe empezar con los niños pequeños
dedicando una hora todos los días para leer un cuento, hacer un dibujo,
aprender a hacer puzzles, a recortar o a hacer los nudos de los zapatos.
Al principio, significará tener que ponernos todos los días
con ellos sin excepción. Con el tiempo, veremos cómo podemos ir dejándolos a
ellos solos porque habrán adoptado esa costumbre de ponerse todos los días a
trabajar. Si nos ha sobrado tiempo, podremos jugar, ver un poco de televisión o
jugar con el ordenador (siempre controlando el tiempo) y en este orden: primero
trabajo y luego distracción. Hay padres que se quejan porque para merendar se
ponen la televisión y luego no hay forma de que la apaguen y se pongan a
estudiar. En este entrenamiento, para conseguir el hábito de estudio, hay que
ponerse serios desde el principio y hacerlo bien (para comer no necesitamos la
televisión).
¿Cuanto tiempo deben dedicar los niños al estudio?

El objetivo de este sistema no es agobiarles con el tiempo,
sino comprender que cuando nos ponemos un tiempo, las cosas cunden de una
manera más eficiente. Así, cuanto antes terminen, más tiempo tendrán para jugar
después. Esto les sirve de calentamiento para luego pasar a otra actividad.
Leer todos los días, al menos quince minutos, y también con buen ritmo es otro
buen ejercicio. Cuando ya van siendo mayores, el crucigrama se puede sustituir
por algún ejercicio sencillo o alguna asignatura fácil y breve, para luego
pasar a la asignatura que más les cueste o que tenga más trabajo para el día
siguiente. No podemos dejarlo para el final, ya que siempre habrá alguna excusa
para no hacerlo (ya estoy cansado, no me apetece, mejor que me lo expliques
mañana....).
Primero, se estudia y luego, se hacen los ejercicios
Los niños se acostumbren a hacer los deberes (solo los
ejercicios que les ponen en clase) todos los días y creen que con eso ya han
cumplido. Esto no vale. Primero, se debe estudiar la pregunta y, luego, se
hacen los ejercicios. Si un niño está atento en clase a la explicación (1º), lo
estudia en casa (2º), lo aprende (3º), hace ejercicios (4º), los corrige en
clase (5º), hace resumen o esquema (6º) y repasa las preguntas cada cierto
tiempo (7º) hasta el día del control. ¿Cómo no se va a saber la lección para el
día del examen después de, al menos, repasar 7 veces la misma pregunta? Claro
que si no está atento en clase, no hace los deberes ni estudia el día antes del
examen, ya sabemos lo que saldrá.
Todo se consigue con esfuerzo
Cuando empezamos a educar a los hijos, debemos tener claro
que buscamos lo mejor para ellos y, en esta vida, las cosas se consiguen con
esfuerzo. Esta es la disciplina que queremos enseñarles y tenemos que razonar
con ellos: todos estamos cansados, pero ellos tienen su trabajo por la tarde,
igual que nosotros con cenas, plancha, ayudar con sus deberes... y lo hacemos
con gusto. Al final del día, una vez hemos realizado nuestras tareas, podremos
descansar. Así, nos acostaremos con la satisfacción del deber cumplido
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